Número 106. Marzo 2014
La capilla, con trozos de pilares tirados en el suelo. (F. RODRÍGUEZ «DE LA ESCRIBANA»)
SECUELAS DEL TEMPORAL
Las olas derribaron 2 de los 4 pilares
de la capilla de la isla del Carmen
«Los seguros se harán cargo», explica José Luis García-Salinas
Marzo 2014 / Gozón
PAULA FERNÁNDEZ / L. VENTURA (Antromero)
Las olas de los dos últimos temporales acaecidos en febrero y marzo derribaron dos de los cuatro pilares de la capilla de la isla del Carmen. Las columnas del templo religioso, que custodia la imagen de la patrona de los marineros, se desplomaron por la fuerza del oleaje que llegó a cubrir por completo el inmueble en pleamar.
Las últimas mareas inundaron la capilla «hasta unos 20 centímetros», relata Fernando Rodríguez. El colaborador habitual de EL FARO comprobó cómo «había una puerta tirada y una plataforma del altar mayor flotando», describe.
Pero el templo no corre peligro de derrumbe: «El tema está controlado. Los seguros se harán cargo», explica José Luis García-Salinas Menéndez de la Pola. La familia propietaria del inmueble ya avisó del siniestro «hace tres semanas». «El perito está esperando a que amaine la mar para ir en lancha con un operario a hacer los arreglos pertinentes», continúa José Luis.
La capilla se reformó entre los años 2005 y 2006, lo que hizo que los destrozos no fueran mayores. Fue una rehabilitación integral que incluyó arreglos en el tejado, paredes y carpintería. Unas obras que aislaron la estructura de las temidas filtraciones.
El templo de la isla del Carmen urge ahora reparaciones para salvaguardar su integridad. El principal problema con el que cuenta es que está en medio de la mar, lo que hace que su mantenimiento sea más costoso que el de cualquier otro inmueble de tierra adentro. El presupuesto de la última reforma realizada superó «los 40.000 euros».
«DOBLEMENTE ESPECIAL»
La capilla tiene suma importancia para los vecinos de Antromero y Luanco. Este templo acoge la misa del día de la patrona de los pescadores. La procesión marinera de la virgen del Carmen luanquina también pasa por allí, donde la imagen religiosa, a bordo de una embarcación local, da un paseo por la costa próxima acompañada de varias lanchas que se engalanan para la ocasión.
Para acceder a ella a pie hay que esperar la bajamar y caminar por el pedreo de la zona del Dique. Su ubicación peculiar suma más encanto a este enclave. «La capilla significa mucho para mí. Es algo singular ligado a Gozón. La conmemoración del 16 julio doblemente especial para nuestra familia porque coincidía con el cumpleaños de mi padre (Casimiro García-Salinas Álvarez). Nos reuníamos todos», explica el dueño. La misa solía correr a cargo del sacerdote José Santaclara.
Los destrozos en la capilla ubicada en Antromero no fueron los únicos que dejó el temporal de marzo en la zona de Aramar. La mar se está comiendo las bajadas del edificio que antaño fue un astillero (sobre el que hay un proyecto para convertirlo en un centro de interpretación con restaurante).
Además, «la cabecera del Dique rompió a la mitad y unas piedras que había dentro del muro se desplazaron entre 25 y 50 metros de donde estaban», lamenta Fernando. El puente de Aramar, destruido en las riadas de junio de 2010, también sufrió la bravura de esta última gran marea.
¿QUÉ PIENSAN LOS AFECTADOS DE LUANCO?
«Están esperando a que haya cadáveres en La Ribera para actuar». Es lo que opina Gloria González tras ser desalojada por tercera vez de su casa la tarde del 3 de marzo. Habían pasado las cuatro de la tarde cuando la Policía Local se presentó en la vivienda para sacarlos. La mujer, en ese momento, estaba con su tío de 91 años, su marido y tres hijos, y tuvo que abandonar el inmueble, sito encima del restaurante El Balneario, porque la mar se le venía encima. «Lo hicimos por precaución porque es una de las casas más antiguas», concreta Manuel Alberto Martínez Matías, concejal del Ayuntamiento de Gozón, que supervisó las tareas de los equipos de emergencia durante esa jornada.
La familia al completo tuvo que buscar un lugar donde pernoctar, pero Gloria optó por volver de nuevo a su casa, ya a salvo de la pleamar de las seis de la tarde. El Ayuntamiento, por su parte, «abrió el Albergue de la Naturaleza de Nembro y la cocina del Centro Agroalimentario por si los desalojados lo necesitaban», explica Martínez Matías. Gloria no entiende cómo no han tomado medidas urgentes para paliar los daños de la mar. «Que Costas o el Principado haga algo, que pongan un espigón o lo que sea para frenar las olas. Para eso pagamos impuestos», pide. Y es que mientras las cosas sigan así, la luanquina teme a que los destrozos en su vivienda se acrecenten.
La casa, que se construyó hace unos 160 años, tiene filtraciones porque «el agua entra por el tejado», relata. Esto ha hecho que las habitaciones estén repletas de humedades. Pero los daños no quedan ahí. Varios cristales de la galería rompieron por la fuerza de la mar. «Teníamos la ola encima cuando nos desalojaron», explica.
Padecer dos temporales en apenas un mes ha dificultado su día a día. «Cuando oigo un coche pasar por aquí o cualquier ruido pienso que es un golpe de mar. Tengo que tomar pastillas para dormir porque vives con miedo», confiesa.
La tarde del 3 de marzo entró en shock. «No podía ni hablar», confiesa. Por ello agradece sobremanera el trabajo altruista de los voluntarios de Protección Civil y Cruz Roja, además de la Policía Local, el 112, sus hermanas y su cuñado. «Todos me ayudaron muchísimo. A las cinco de la madrugada del día siguiente nos vinieron a preguntar si necesitábamos algo y estábamos bien. Eso es de agradecer», valora.
La luanquina admite que «me gustaría cambiar de vivienda para evitar situaciones así, pero viendo cómo están las cosas, supongo que será difícil. A ver si en setiembre nos podemos mudar», comenta. Eso sí, admite que «será en otra zona pero de Luanco. Soy de aquí de toda la vida y no quiero marchar del pueblo».
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