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Número 119. Abril 2015

LA AVENTURA DE CRUZAR EL 

DESIERTO EN UNA CAJA

DE CERILLAS

El carreñense aparcó por un momento el Seat Marbella para subirse en un camello. (E. M. G.)

Esteban Muñiz completó los 3.000 kilómetros de la

Panda Raid 2015 de Marruecos con un Seat Marbella

Abril 2015 / La Contra 

PAULA F. SUÁREZ (Guimarán)

 

Es difícil igualar la aventura: atravesar el desierto en una caja de cerillas, tal y como se conoce al utilitario más espartano, práctico y, a la vez, con fama de robusto. Esteban Muñiz García participó en la Panda Raid 2015, celebrada entre el 7 y 14 de marzo, en busca de competición aderezada con carga solidaria. A pesar del  nombre del evento, el vecino de Guimarán preparó un Seat Marbella del 87 para poder completar los 3.000 kilómetros que separan Madrid de la playa de Esauira (Marruecos). 

 

Como toda competición que se precie, hubo momentos de incertidumbre. Muñiz García y su compañero de equipo, Jacobo Ayala Sánchez, empezaron la Panda Raid con los nervios de cualquier novato. A pesar de que nunca antes habían participado en un evento así, quedaron en una honrosa trigésima posición en coches de tracción delantera y en la 69 de la general. Participaron 146 vehículos. Aunque el resultado fue lo de menos.

 

¿La etapa más dura? La primera. Más de 500 kilómetros de circuito entre desiertos guiándose con una brújula y un roadbook, es decir, un libro de apuntes que proporcionó la organización para que los participantes se orientaran y llegaran cada día a meta. El Seat Marbella aguantó más de lo que ellos mismos pensaban, ya que ascendieron hasta 2.360 metros de altitud, una zona en la que la nieve tapaba la carretera. Tocó pernoctar después en una tienda de campaña bajo temperaturas gélidas. «Dormimos como pudimos con forro polar y un plumas puesto, metidos en el saco», relata Muñiz García.

 

El sufrimiento del primer día tuvo su recompensa en la segunda etapa, mucho más corta que la anterior. Los participantes de la Panda Raid regalaron material escolar a los niños de un pueblo marroquí. «Llevamos 40 kilos, que fue lo que nos entró en el coche», comenta Muñiz García. Además, entregaron a la comunidad escolar un trabajo hecho por los alumnos del Colegio Rural de Guimarán.

 

 

Muñiz, con un trabajo realizado por el colegio de Guimarán. 

Con la tercera jornada empezaron a «coger la dinámica de cómo funcionaba la Panda Raid», confiesan. Los días previos tuvieron que hacer virguerías para sacar el coche de zonas arenosas. ¿El truco? «No dejar de pisar el acelerador y llevar las ruedas con poca presión. Como titubees, no sales. De hecho, los dos primeros días no paramos de “paliar” arena para desenterrar nuestro coche y el de otros compañeros», explica.

 

«OTRO PLANETA»

Muñiz García reconoce que lo que más le llamó la atención de su estancia en Marruecos fue que «estamos al lado pero parece que es otro planeta completamente distinto al nuestro. Lo que ellos llaman carretera, aquí es la peor caleya que te puedas imaginar». 

 

El Seat Marbella estaba preparado para aguantar eso y más. Aunque ellos mismos se sorprendieron de que no les dio problemas en toda la Panda Raid. Compraron precisamente este clásico de cuatro ruedas el año pasado y le incluyeron mejoras para afrontar rutas por zonas complejas. «Reforzamos la suspensión, pusimos un protector del bajo del motor y asientos más cómodos de los que llevaba de serie». Realizaron ellos mismos las modificaciones imprescindibles para estos eventos deportivos, ya que el carreñense trabajó durante una década como mecánico de automóviles.

 

El paisaje cambió radicalmente al pasar el ecuador de la Panda Raid. La cuarta etapa transcurrió por un gran valle «donde no se veía el final», reconoce. Así las cosas, la orientación resultó clave. «Teníamos que controlar los grados que marcaba el roadbook porque había pistas en paralelo que podían despistarte», explica.

 

La mayor complicación de la quinta etapa era atravesar un río de arena de 800 metros, pero lo hicieron sin problemas gracias a la experiencia de los días previos. Precisamente el trayecto de esta jornada transcurrió por una pista militar que se balizó para el París Dakar. Ambos pilotos completaron la ruta pero con un vehículo con tracción a dos ruedas, lo que hace más valiosa aún la hazaña.

 

El último día de Panda Raid, más sosegado, tuvieron que cruzar un río que afortunadamente «tenía poca profundidad». Luego, recalaron en la playa de Esauira y recorrieron el arenal de punta a punta hasta que finalmente se bajaron de los coches.

 

Muñiz García, una vez completado el trayecto, aparcó el Seat Marbella del 87 para subirse en el lomo de un camello. Ese fue uno de los pocos momentos distendidos de la frenética semana automovilística que vivió en marzo en Marruecos. Ya en casa, el de Guimarán confiesa que repetirá la experiencia. 

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