Descarga la portada en .pdf >> Número 141. Febrero 2017

Febrero 2017 / Comarca

LORENA VENTURA (Candás / Luanco)

 

2.463 personas abandonaron la Comarca de Peñes entre 2002 y 2015 en busca de mejores oportunidades. Se trata de una cifra, cargada de historias humanas, que supera el 10% de la población actual de ambos concejos, que es de 21.000 habitantes. Es como si, de un plumazo, se hubiesen desvanecido todos y cada uno de los vecinos de las parroquias rurales más populosas de Carreño y Gozón: Albandi, Perlora, Bocines y Bañugues. 

 

Los datos, extraídos del «Estudio sobre Migraciones en Asturias 2015», elaborado por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), ponen en evidencia una auténtica sangría de población, con flujos de salida crecientes desde 2006, año anterior al estallido de la crisis inmobiliaria, y que alcanzó picos alarmantes especialmente en los años 2013 y 2015, con el éxodo de 249 y 231 personas, respectivamente. 

 

A la hora de hacer las maletas, no hubo diferencias de género, emigraron casi por igual hombres (1.277) que mujeres (1.186). Tampoco es grande la distancia por concejo de procedencia, con alguna predominancia de Carreño, lo que no deja de ser una circunstancia paradójica, puesto que es el municipio que alberga las principales empresas de la región: ArcelorMittal, Electricidade de Portugal, DuPont y Tudela Veguín, entre muchas otras. Y, pese a todo, se fueron 1.297 carreñenses, frente a las 1.166 emigraciones de Gozón. 

 

Con todo, Carreño consigue aguantar mejor el tipo porque recibió más inmigrantes, según se desprende del informe de Sadei, y, sobre todo, gracias a la llegada de residentes de otros concejos asturianos, especialmente a los barrios del «boom inmobiliario». Se trata de un fenómeno que no se produjo con tanta fuerza en Gozón, donde hay muchos más pisos nuevos vacíos. 

 

Desde 2002, el municipio carreñense acogió a 1.679 «inmigrantes», término empleado por Sadei para denominar no solo a las personas llegadas desde países extranjeros, sino también con origen en otras comunidades autónomas españolas. En este aspecto, Gozón está un poco por debajo, con 1.530 altas por inmigración. Pero aún es preciso anotar otro punto a tener en cuenta (extremo éste que no aparece en el estudio regional): los saldos vegetativos de población (o sea, la diferencia entre los nacimientos y las defunciones).

 

Y es que solo los saldos vegetativos (que son negativos casi todos los años, porque nacen pocos niños) pueden explicar por qué dos concejos que reciben más habitantes de los que se marchan pierden población, lo que es especialmente notorio en el caso de Gozón. 

 

En 2002, este último concejo superaba los 11.000 habitantes y se colocaba con holgura por delante de Carreño (que, por aquella época tenía 10.527). Pues bien, en 2003 ya había perdido 215 empadronados, consiguiendo mantenerse estable en la horquilla de los 10.800-10.700 hasta el año 2014, cuando se produce una nueva debacle. A 27 de diciembre de 2016, el Ayuntamiento contabilizó 10.491. 

 L. VENTURA (Luanco / Candás)

 

Los políticos de la Comarca del Cabo Peñes podrían vivir en primera persona las consecuencias de la caída de la población en los municipios en que gobiernan. Al ritmo en que se ha producido la emigración entre 2002 y 2015 (y si nada lo remedia), en pocos años, tanto Gozón como Carreño atravesarán la barrera de los 10.000 habitantes, cuesta abajo. 

 

Contabilizar menos de 10.000 personas empadronadas supondría cambios drásticos en los dos ayuntamientos. En primer lugar, ocho concejales (cuatro de cada municipio) tendrían que abandonar sus funciones, pues las corporaciones ya no estarían compuestas de 17 ediles, como hasta ahora, sino de 13. 

 

Los alcaldes tampoco se librarían y sentirían las repercusiones del éxodo vecinal en sus propios bolsillos. Y es que los límites a los sueldos de los regidores no son los mismos para todos los municipios: cuanto mayor es la población, más cobran. En la actualidad, por ley, los alcaldes de Carreño y Gozón pueden recibir hasta el 50% del importe del salario de un secretario de Estado (rango inmediatamente inferior al de ministro). O sea, que entre el sueldo y las dietas que ingresen del Ayuntamiento y de otros entes donde representen al municipio (como Cogersa o el Puerto de Avilés, por ejemplo), pueden cobrar como máximo 50.000 euros anuales. 

 

Si la población se sitúa por debajo de los 10.000 habitantes, no podrán recibir más de 45.000 euros al año. A menos vecinos, menos trabajo municipal y menos representantes necesarios para llevarlo a cabo. Ese parece ser el espíritu de la Ley de Bases del Régimen Local, que también prevé que el número de concejales liberados sea proporcional al tamaño del concejo.

 

Según la citada norma, «en los ayuntamientos de municipios con población comprendida entre 10.001 y 15.000 habitantes, los miembros (ediles) que podrán prestar sus servicios en régimen de dedicación exclusiva no excederá de cinco», cantidad que se reduce a tres en las corporaciones de municipios con entre 3.001 y 10.000 personas empadronadas. 

 

En Carreño, la situación tampoco es ideal, pues, desde 2011, ejercicio en que alcanzó un pico de 10.858 vecinos, encadena pérdidas constantes de población. En 2016, había empadronados 10.534 ciudadanos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). 

Evolución de la población en Gozón y Carreño. (LORENA VENTURA)