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Cristina Pecharromán y Luis Fernández recomiendan sumarse a la iniciativa al 100%. (V. FERNÁNDEZ)

«MUCHOS BEBÉS NECESITAN SER ACOGIDOS»

La psicóloga Mar Nodal y un matrimonio candasín, Cristina Pecharromán

y Luis Fernández, explican cómo es la experiencia de las familias canguro

Marzo 2017 / La Contra

VICTORIA FERNÁNDEZ CAMACHO (Candás)

 

Actualmente solo hay 53 familias asturianas dispuestas a acoger a menores, «muchos de ellos bebés recién nacidos vulnerables», en una población de más de un millón de habitantes. Mar Nodal, que coordina la iniciativa de las «familias canguro», aporta los datos de la experiencia que arrancó hace 20 años en Asturias (en otros puntos de España se remonta a 1987), gracias a un convenio entre Cruz Roja y la Consejería de Servicios y Derechos Sociales. Un matrimonio candasín, formado por Cristina Pecharromán y Luis Fernández, incita a sumarse a la iniciativa al 100% y llamar al 900 701 127. «Animamos a toda la gente. Que no haya miedo a la despedida. No hay pena; es algo gratificante», subraya la «madre» de acogida.

 

¿Cómo sumarse? Previamente es necesario pasar por una entrevista, un curso de 20 horas y someterse a un estudio del Principado. Superados estos trámites, existen dos tipos de programas: familias canguro y familias voluntarias. El primero consiste en que el menor (desde bebés recién nacidos hasta niños de seis años) pase a vivir con los acogedores durante el tiempo necesario, con un máximo de dos años. Por otro lado, las familias voluntarias aportan a pequeños, de entre seis y doce años y que viven en centros de acogida, una alternativa de ocio los fines de semana y durante las vacaciones. En ambas modalidades, los niños saben que tienen una familia biológica y que las de acogida son familias amigas», explica la psicóloga candasina. 

 

La pareja de Carreño, ambos de 45 años, es una familia voluntaria desde 2011. Primero acogieron a un niño de nueve años, que convivió con ellos tres años y finalmente pudo volver con su progenitora. No hubo tiempo para la nostalgia. «El deseo de su vida era volver con su madre biológica. Estaba tan contento y feliz que no nos dio pena. Se fue feliz», recuerda Cristina Pecharromán, que trabaja como profesora de inglés.

 

¿Cómo fue la experiencia? «Cuando fuimos a conocerle, no quiso recibirnos, era un niño muy inseguro. El segundo día ya nos dio la oportunidad», recuerda la «mamá» de acogida. Y es que el nuevo núcleo familiar pasa por una etapa de acoplamiento. Se hace una visita al centro y se pasea con el pequeños por los alrededores para conocerse. «Son niños muy conscientes de sus circunstancias», resume la familia de acogida. 

El «papá» solidario explica por qué tomaron la decisión: «Nosotros no tenemos hijos; nunca tuvimos esa necesidad, pero entramos en una época en la que empezamos a plantearnos tenerlos o no. Pensé en hacer algo distinto porque siempre me ha gustado participar en labores sociales. Fue cuando vi el cartel que decía “¿quieres tener menos tiempo para ti y ser más feliz?” Y entonces llamamos», recuerda Luis, cuya profesión es delineante

 

Ahora tienen acogidas a dos hermanas, de nueve y diez años, muy divertidas y cariñosas, desde hace un año y medio. Las recogen los sábados por la mañana y pasan los fines de semana en «familia». «Los sábados y los domingos somos padres y actuamos como tal. Los niños siempre aceptan muy bien la autoridad y las normas. Son muy obedientes». Aunque cada crío sea distinto, «siempre te cuadran el perfil, los pequeños se ajustan a nuestra forma de ser. Cruz Roja lo hace muy bien», valora Luis Fernández.  La pareja de Candás explica que estos niños tiene tres vidas: con los padres biológicos, con el centro y con ellos. «Suelen cambian el chip, aunque a veces pueden entremezclar sentimientos», reconocen.

 

Los momentos duros que han vivido hacen madurar a los menores. Pasan situaciones muy difíciles, sus familias no les pudieron atender por problemas personales. Son niños que no cuentan con apoyos familiares como abuelos o tíos. «A veces actúan como adultos, se aburren con los de su edad», clarifica Cristina Pecharromán. 

 

Su resumen es claro. Lo bueno gana, sin duda, en esta experiencia vital muy recomendable: «Se trata de vivir el día a día, no mirar al futuro. Hay que pensar que ellos tienen una necesidad. Nosotros les ayudamos a ellos y ellos nos ayudan a nosotros».

Nodal, coordinadora del programa «Familias Canguro». (V. F.)

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