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Recuerdo escolar del curso 1968-1969 de la escuela de Antromero. (L. VENTURA)

Recuerdo escolar del curso 1968-1969 de la escuela de Antromero. (L. VENTURA)

26 AÑOS DE TRABAJO DE CAMPO PARA DESCUBRIR ANTROMERO

Arranca un blog sobre la historia del pueblo tras décadas recabando la sabiduría de los mayores

03/03/2023 / Gozón 2023

LORENA VENTURA (Antromero)

 

Es un proyecto que nació en 1997 con la colaboración de «un sinfín de personas», aglutinadas en la Asociación Cultural Gritos, con el objetivo de rescatar la memoria de las personas mayores de Antromero. 26 años después, este trabajo de campo está siendo publicado en antromeroantromero.blogspot.com. «Fuimos casa por casa. Fue muy satisfactorio», expresa uno de los vecinos, quien ahora se ha encargado de trasladarlo a la red. Esta persona no quiere protagonismo porque recalca que «soy un mero transmisor. La historia del pueblo no es propiedad de nadie más que del pueblo».

 

El espacio abordará de forma pormenorizada todos los aspectos de un pueblo «vivo y dinámico» a través de 35 capítulos o entradas. No obstante, los primeros contenidos se conocieron «en forma de borrador» a finales de los 90 y principios del 2000. Fue cuando el estanco de La Flor distribuyó fotocopias de algunos capítulos. Ahora se ha optado por el formato de blog para que que la historia siga viva, esto es, que pueda enriquecerse porque «siempre hay una referencia, una declaración o una historia nueva que podemos incorporar porque la edición está en abierto», dice el transmisor, quien apunta que el blog cuenta ya con más de 4.000 visitas, algunas de lugares tan dispares como Bélgica, Australia, Alaska, Estados Unidos o Méjico.  

 

Uno de los últimos capítulos publicados hace referencia a «Les escueles de entonces», donde se destaca el papel de la mujer, ya que el maestro no provenía del ámbito religioso. Adoptó este papel Perfecta Salinas, una vecina que ejerció de «maestra maternal», ya que «acogía a los críos como una madre».

 

Asimismo aborda la construcción de la primera escuela nacional en Condres a principios del siglo XX, de la que casi toda la parroquia participó en forma de donaciones, incluidos los que habían emigrado a Cuba. Curiosamente el cura de entonces se opuso a esta ubicación «en un punto equidistante» y, de entrada, el centro educativo se inauguró sin profesor. Existen también referencias a la «dureza de la educación» en época de Franco, que generaba en muchos niños un «miedo atroz» al maestro.

Entre los diferentes capítulos hay a uno exclusivo para las plantaciones de maíz, que supusieron un antes y un después porque «mató mucha fame», a pesar de que también tuvo sus inconvenientes. Su consumo excesivo generó la pelagra, una enfermedad provocada por deficiencia alimentaria de niacina. En la costa no fue grave porque «la dieta se complementaba con la pesca». El caso es que en Antromero llegó a haber hasta ocho molinos, según recoge el Catastro de Ensenada. El último estuvo en funcionamiento hasta 1972. Los oriundos también se alimentaban de la era, el trigo de los pobres.

 

Una de las entradas está dedicada a los «fotógrafos de caleya». El capítulo recoge anécdotas curiosas como la de una vecina que acudió con sus amigas a la fiesta de Bañugues y empleó todo el dinero que tenían en inmortalizar el momento en una foto. «Luego estuvimos toda la tarde mirando unas para otras como bobas», expresó.

Agustín Guache tomó una imagen representativa de Antromero en los 60 de la fiesta de San Pedro, donde se ve a la multitud y la ermita engalanada para la ocasión. La romería de San Pedro, un referente en la comarca, cuenta con su capítulo a parte. Hubo un tiempo en el que la fiesta contó con más de una docena de barras y en el prado de la romería actuaron artistas como Elsa Baeza o Los Panchos. Emilio «El Lechuga» también supo plasmar la actividad de la zona y no solo el paisanaje. Captó a gente lavando en el río o trabajando la tierra. Precisamente estos dos aspectos tienen un capítulo propio. Y es que se montaban «colas inmensas en la fuente de Carín para lavar y hacer la colada».

 

Uno de los apartados se refiere a las supersticiones mitos y leyendas, algunas de ellas ya recogidas por Aurelio de Roza y Ampudia en 1928. Entre ellas, llama la atención la maldición del tesoro de Gargantera. Pasó de generación a generación que fue allí donde se refugiaron «los últimos moros y se suicidaron tirándose al acantilado, no sin antes esconder un tesoro en el monte. Quien lo encuentre está condenado a muerte».

 

OCLE RUMBO A

NUEVA YORK

Por otro lado, con apenas un centenar de casas, llama la atención la actividad económica que tuvo Antromero. El pueblo albergó en su día una fábrica de harinas (llamada «La Fedionda» por el olor que generaba), una fábrica de tejas y ladrillos en el barrio del Monte y otra de transformación de ocle (donde se obtenía el Agar-agar y se exportaba a Nueva York).

 

Entre jornada y jornada, los lugareños sacaron tiempo para el deporte, especialmente para el fútbol en la playa. «Ya en 1920 se jugaban ligas domésticas», apunta el vecino que edita el blog. De Antromero salieron buenos jugadores como «Mino» Serrano Mori, quien militó en el Real Madrid. El pueblo contó, además, con un club de piragüismo.

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