En Badajoz conoció a su marido, abogado de profesión. «Fue un primer destino para mí muy bueno. Extremadura y Asturias tienen muchísimos puntos en común, unas formas de vida muy parecidas. La mar es la diferencia», aporta. Su próximo cometido en Cáceres en el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura será la investigación de delitos que, en su mayoría, son por tráfico de drogas, contra el patrimonio o sexuales». ¿Para cuándo el regreso a Luanco? Es algo que se plantea «a la larga» porque, aunque la tierra tira, «el siguiente escalón ya sería acceder a la Audiencia Provincial». Un objetivo complicado, sobre todo en Asturias, porque «no hay muchas jubilaciones».

Cobas Merino pronto descubrió su vocación, dado que su padre, Manuel Cobas Alonso, le transmitió el amor por el Derecho cuando sólo era una niña. Los suyos destacan que ella siempre estudió en centros públicos: colegio La Vallina, IES Cristo del Socorro y Universidad de Oviedo.

Al principio tuvo dudas sobre el camino a seguir, ya que también le apasionaba la música (estudió el grado elemental en la Escuela de Música Miguel Barrosa de Carreño). «Para mí es la profesión más bonita y enriquecedora del mundo. La vida es derecho, hay reflejo jurídico en cada comportamiento social», apunta la magistrada. No obstante, como cualquier trabajo, también tiene sombras. «Es gratificante cuando con una resolución judicial haces justicia, pero también es duro cuando sabes que estás siendo injusta, pero no te queda otro remedio porque al final nosotros nos limitamos a aplicar una ley que no dictamos nosotros», expone.

La falta de medios es otro problema, que se suma al aumento del número de expedientes porque, incide, «la carga experimentada por los juzgados es brutal», tanto de delitos como de deudas. «La ratio de número de habitantes por juez es la más alta de Europa», recuerda la luanquina. Y de cara a la población, otro objetivo del poder judicial es que el lenguaje sea accesible para todos, con o sin diversidad funcional. Lo deseable es que los profesionales de la justicia pudieran dedicar el tiempo suficiente a cada causa, lo que incluiría «rebajar el lenguaje jurídico». Es algo que ya hace el CGPJ que traduce casos de miles de páginas en notas de prensa entendibles por el pueblo llano.