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Hoguera en el poblado. (E. F.)
Dos equinos pastan al lado de un chalé de nueva construcción.  (L. VENTURA)

Dos equinos pastan al lado de un chalé de nueva construcción. A la derecha, hoguera en el poblado chabolista. (L. V. / E. F.)

Desesperación en La Vallina por los caballos y las hogueras de los poblados 

«Han ampliado la chabola que tenían, incluso le han puesto un váter»

01/03/2025 / Gozón

LORENA VENTURA (Luanco)

 

Pasan los años y crece la desesperación entre el vecindario de La Vallina. Algunos residentes en el barrio creían que el incendio del pasado otoño en el poblado de La Paxarada iba a servir para dar un empujón definitivo para la erradicación del chabolismo en Gozón y que los afectados iban a acceder a una vivienda digna, pero parece que no ha sido así.

 

Lejos de solucionarse, claman porque el problema se ha acrecentado. «Han acondicionado y ampliado la chabola que tenían, incluso le han puesto un váter. Están instalados y no les veo forma de marchar. Ya se están adaptando, el Ayuntamiento pasa de todo y ahí están», explica uno de los vecinos, que prefiere mantenerse en el anonimato por «miedo a posibles represalias».

 

Por contra, desde el Consistorio se ha insistido en numerosas ocasiones que es «una prioridad» solucionar el problema. En los últimos años ha puesto en marcha varios programas y medidas para la reubicación de las familias en viviendas de emergencia social, pero aún hay personas viviendo en La Paxarada y Les Carboneres.


El vecindario habla de que la reinstalación en las infraviviendas ha supuesto la vuelta de dos problemas principales: las hogueras en los poblados y los caballos pastando por diferentes prados de La Vallina, incluidas «fincas municipales» y otras privadas donde se va a iniciar la construcción de decenas de pisos.

 

«No es forma de vivir. Queman de todo. Colchones, ruedas, electrodomésticos... Y salen unas humaredas tóxicas tremendas», insisten. «Ahora mismo, la columna de humo parece la de Ensidesa en sus buenos tiempos», aporta uno de los vecinos.

 

El asunto se trasladó al salón de Plenos ya en marzo de 2022. La entonces edil no adscrita, Tamara Fernández Inclán, denunciaba que las columnas de humo provocaban «olores que no hay quien los aguante». El hollín ocasionado tampoco permitiría «tender la ropa».

En febrero de 2023, el Ayuntamiento dio un ultimátum a los residentes de las infraviviendas. Comunicó por escrito a dos familias que debían dejar el poblado y les apremiaba a realizar más demoliciones. «Estos vecinos están instalados en las viviendas de la calle Tres de Abril y están derribando ellos las chabolas», cofirmaba Alba Escandón Acuña, edil de Acción Social. El problema entonces era que aún quedaban residiendo cinco personas en La Paxarada.

 

Uno de los vecinos que se queja aboga por una convivencia pacífica y que todos sean tratados por el mismo rasero. «Te están mirando los humos del coche, el tipo de calefacción de casa para darte una certificación energética y, sin embargo, por otra parte, hay una gente que causa unos perjuicios de forma continuada», subraya.

 

Otra estampa habitual en La Vallina es ver a caballos pastando por diferentes parcelas. Sus propietarios han instalado un cercado con un pastor eléctrico que van cambiando aleatoriamente. «Unas veces están pegados a las viviendas, otras en el parque que está al lado de un edificio que está en construcción, también en un solar donde se van a hacer viviendas unifamiliares... Van rotando», explica el vecino, señalando a dos caballos ubicados en el muro de uno de los chalés. «El cordón eléctrico está al ras de la acera. Pasas por ahí, lo tocas y te da un calambrazo», agrega.

 

Los residentes citan que una de las consecuencias es la proliferación de plagas. «Sales a pasear con los perros y, de repente, están llenos de garrapatas y de suciedad. Tienes que revisarlos. Mis perros cogen garrapatas un día sí y otro también. Y en verano no puedes abrir las ventanas porque se te llena la casa de moscas», expone. También preocupa el estado «intransitable por el abandono total» de algunas aceras, dicen, en referencia a los excrementos existentes.

 

Los afectados se quejan de que las numerosas llamadas al Ayuntamiento de Gozón y a la Policía Local no ponen fin al problema. «Los vecinos están todos indignados, pero nadie pone el cascabel al gato porque tienen miedo. Los chabolistas son personas como nosotros y tienen que integrarse y respetar las reglas de convivencia y para eso hay una autoridad», ruegan.

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